La sangre del hombre santo cayó a tierra, y allí se erigió un altar en nombre del mártir.
La sangre del hombre impío cayó a tierra, y allí se aplaudió el crímen cometido en nombre de Dios.
La sangre es sangre; el hombre es hombre
el templo en nombre del mártir; el pecado en nombre de Dios.
Nada distingue a dos hombres muertos que yacen en silencio.
La muerte es eterno perdón, y eterno olvido.
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