21.9.12

"El amor y la sexualidad"


Otro ensayo sacado del viejo baúl.


Ensayo Filosofía
“El Amor y la Sexualidad”





Curso: 3º CHC
Profesora: Cecilia Osses
Nombre: Bruno Pérez Hurtado
Libre sexualidad: Un tramo del camino hacia uno mismo.

Hay muchas cosas importantes en la vida, pero una de las cosas más importantes es sentirse cómodo y a gusto con uno mismo, para así poder encontrar la unicidad del ser, conocer cada aspecto de nosotros mismos, nuestra forma de pensar, nuestra forma de actuar, nuestra forma de vivir, nuestra forma de reaccionar, nuestra forma de amar.
Una forma de lograr esto, de lograr conocernos a nosotros mismos, es a través de la libre vivencia de la sexualidad. La libre vivencia de la sexualidad implica un conocimiento de uno mismo puesto que la aceptación del amor como esencia y no como lo corpóreo hace que nos demos cuenta de que lo físico no es lo más importante a la hora de amar, sino lo intangible que cada persona tiene para darle a los demás.
Antes que todo, hay que recordar que hay una gran diferencia entre la heterosexualidad, la homosexualidad y la bisexualidad con respecto al amor. Los tres primeros términos tienen lugar a una atracción física y no al amor en si, puesto que este no toma en cuenta lo material (el género masculino o femenino) sino lo esencial y las características propias de las personas. La sexualidad tomada desde el punto de vista de la atracción física y el deseo sexual es la que nos permite acercarnos hacia las otras personas para establecer lazos afectivos y para alimentar un amor erótico, que busca permanentemente superar el estado de separación humana (separatidad) a través de la unión y el contacto físico.
Esta unión física sirve como un primer paso para amar desde la esencia del ser y vivenciar a la otra persona en la esencia de su ser. La libre sexualidad permite que haya una unión entre el amor fraternal y el amor erótico, puesto que hay una búsqueda y un sentido de responsabilidad, cuidado, respeto y conocimiento hacia la otra persona, al mismo tiempo que se quiere consumar una unión física y espiritual que permita superar el sentimiento de soledad.
Así mismo, la aceptación de uno mismo por medio de la libre sexualidad, tener una sexualidad libre y deshacernos de los prejuicios y discriminaciones sociales da paso a la oportunidad de interiorizar en nosotros mismos, de aceptarnos con nuestros defectos y virtudes, así como aceptar al resto.
Si se acepta la libre sexualidad, los jóvenes no dudarían acerca de ellos mismos, sino que se sentirían libres de poder escoger con quién estar y a quién amar. Obviamente esto también puede aplicarse en el caso de los adultos, sin embargo, dadas las características en la que fueron criados y educados, sobre todo en Latinoamérica, de manera sumamente conservadora y apegada a los mandatos y prohibiciones de la Iglesia, impide y dificulta el que los adultos rompan sus barreras, prejuicios y temores y sean capaces de aceptarse a sí mismos, en su naturalidad y espontaneidad, puesto que se encuentran como “encerrados” en un conjunto de costumbres, vivencias, tradiciones y contextos sociales que impiden la manifestación libre del cuerpo, la mente, el alma y el espíritu.
Las restricciones sociales, legislativas y morales hacen que esta nueva juventud sea mucho más crítica, con respecto a los adultos, del entorno en el cual viven, se desarrollan e interactúan. Es por esto que comencé hablando de los jóvenes, ya que ellos son los que poseen más herramientas afectivas y “revolucionarias”, con respecto al lugar donde se desarrollan. Sin apegarse a las costumbres y tradiciones, cuestionando lo moral que se ha impuesto (en caso de Latinoamérica) desde la llegada de los españoles, que por la fuerza y la tortura obligaron a los indígenas a vivir a su manera, fuertemente atada y ligada a la Iglesia, estos jóvenes son llamados por los más conservadores “ovejas perdidas y descarriadas”, una juventud alocada y sin respeto por la tradición.
Sin embargo, ellos se encuentran muchas veces más cerca de sí mismos y se conocen mucho mejor que los adultos que siguen ciegamente las tradiciones y costumbres, lo “socialmente aceptable”, puesto que son capaces de razonar a su propia manera, de forma libre y sin ataduras, restricciones ni censuras.
Es la libertad un aspecto esencial del amor, sin la libertad para poder escoger no hay libertad para amar, puesto que el amor no puede imponerse por la fuerza, sino que nace de forma espontánea y natural, producto de la unión entre dos personas.
Como conclusión podemos decir que una forma de entender la libre vivencia de la sexualidad es a través de una frase  que plantea la teoría del iluminismo: L’âme n’a pas de sexe, el alma no tiene sexo. Esto se refiere a que lo que se ama, que en este caso sería el alma, carece de género y es asexuado, ya que la esencia de cada persona es completamente única e irrepetible y no corresponde a las características físicas, sino a lo etéreo (lo intangible).

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