25.3.14

de qué sabor son tus pasos, mujer,
me pregunto cuando veo el viento arremolinarse,
en la orilla de un acantilado,
sólo siento la tibieza en la nariz y los párpados,
que cerrados ven más que abiertos,
y la lengua, que se hace consciente de si misma,
de su abrazo contra los dientes,
del sabor de la saliva,
del ruido de los perros,
y la estática de los refrigeradores vacíos.

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