Suéltame luego, semestre culiado,
nunca te quise, y nunca te querré;
entiende que ya no quiero verte,
que ya no me interesan tus venturas,
que ni siento ya tus falsas caricias;
entiende que no sé cuando dejé de hablar de ti, semestre, y comencé a hablar de una mujer.
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